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Comisión Recuperación y Preservación del Patrimonio Documental

Conservación Preventiva

Claves OAP - Clave 3 - PRESERVACIÓN Y ACCESO AL PATRIMONIO EN BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS

Clave 3 - “ PRESERVACIÓN Y ACCESO AL PATRIMONIO EN BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS”

Texto de Caroline Checkley-Scott (2)* para su Conferencia al personal de la Biblioteca Argentina, en Rosario, el 24 de Abril de 2001. Traducción y comentarios de Susana Meden.

EL CONFLICTO ENTRE PRESERVACIÓN y ACCESO
Existe un eventual conflicto entre la intención de dar acceso a las colecciones y la de preservarlas para su uso futuro, sobre todo si se tiene en cuenta que hay ciertos tipos de acceso que anulan e impiden el uso futuro y que hay métodos de preservación que impiden el acceso inmediato.
En base a la investigación de Helen Lindsay y Nancy Bell (3)* “Calificaciones en el Cuidado de Colecciones en Bibliotecas” (Congreso “Caring for Collections” Inglaterra, Noviembre de 2000), podemos definir las “mejores prácticas” para el cuidado de las colecciones y puntualizar algunos aspectos prácticos del acceso en un marco preservacionista.

Qué es la preservación y qué es una política de preservación?
Preservación, en lo que se refiere a material de biblioteca y archivo, puede definirse como “todas las consideraciones gerenciales y financieras sobre almacenamiento, personal, políticas, técnicas y métodos, involucradas en preservar el material de biblioteca y archivo y la información que éste contiene”.
El diccionario de inglés Oxford define sintéticamente “preservación” como “el arte de mantener a salvo” o “mantener vivo” o “mantener y retener”, y define política simplemente como “un plan general o curso de acción”.
Sobre esa base, política de preservación puede describirse sencillamente como “un plan de acción para el mantenimiento a salvo”.
Un plan de acción, orientaría cuestiones como: qué necesita ser preservado, por qué, para qué y por cuánto tiempo.
Una estrategia, da respuesta a cómo se haría y en qué orden.

Aquí hablaremos de estrategia aplicada al acceso, sin considerar todos los otros factores que influyen en la política de preservación, tales como adquisición, retención, almacenamiento, uso y seguridad.


El acceso a las colecciones.
Cuando en una biblioteca o archivo se formula la política de preservación, se debe tener en cuenta el tipo de acceso que se espera brindar, ya que esto aporta algunas variables que definirán las necesidades de preservación de la colección.
El acceso puede tomar muchas formas.

Hoy el acceso a la información sobre qué tiene una biblioteca o archivo, puede hacerse on-line a través de buenos catálogos y mayores redes de archivos y bibliotecas. Esta facilidad de acceso incrementará el uso de libros y documentos. Por lo tanto, también se incrementará su necesidad de tratamiento de conservación, de mejor protección y de buenos depósitos.

Como contrapartida, es preciso señalar que los catálogos pueden ayudar a un lector a definir sus necesidades, evitando que seleccione material incorrecto y contribuyendo así a prevenir el exceso de manipulación.
Los catálogos pueden también indicar al lector la existencia de copias del material que va a consultar. Promover entre los lectores el uso de copias, puede salvaguardar los originales.


MEJORES PRÁCTICAS DE PRESERVACIÓN, MAYORES POSIBILIDADES DE ACCESO
Cotejaremos lo expuesto con el conjunto de standards para el cuidado de las colecciones, o “calificaciones” propuestas por Nancy Bell y Helen Lindsay e
Intentaremos luego aplicarlas a un aspecto concreto, relacionado con el acceso al material: en este caso, la manipulación de material bibliográfico y documental.


“Calificaciones en el Cuidado de las Colecciones”

¿Qué son las “Calificaciones en el Cuidado de las Colecciones?”. En principio vamos a definir “calificaciones” y “cuidado de colecciones”.
calificaciones: o niveles de aprobación, puede definirse como un nivel de desempeño establecido por consenso o como puntaje recomendable a alcanzar. La calificación puede usarse para establecer como “ buenas prácticas” a un conjunto de procedimientos, o puede definirse en niveles: básico, mejor y óptimo.
Cuidado de colecciones: un vasto concepto que abarca un rango de actividades que tienen impacto en la preservación de una colección. En el contexto de una biblioteca, archivo o museo esto incluye la política institucional en lo referente a la protección y cuidado de las colecciones, edificio, seguridad, almacenamiento, entrenamiento, limpieza, preservación, monitoreo y control ambiental, exhibiciones y préstamos, conservación, provisión de copias y planificación de desastres.

La investigación “Calificaciones en el Cuidado de las Colecciones” se establece como una ayuda para que las bibliotecas y archivos puedan evaluar el nivel de cuidado que están dando a sus colecciones. Antes no había manera de registrar esto.
Se establecieron tres niveles que -se pensó- reflejan el pensamiento y la práctica profesional vigente. La idea de tener tres niveles es para generar conciencia sobre jerarquías en asuntos de cuidado de colecciones y para indicar el standard más alto. Los niveles son:
-Práctica básica un standard mínimo que todas las bibliotecas y archivos deberían poder lograr.
-Buena práctica una práctica posible, y superadora de la instancia básica.
-Práctica óptima es lo que todos deberíamos tratar de lograr en el largo plazo, es el standard más alto que una biblioteca o archivo puede alcanzar.

Las calificaciones están diseñadas para posibilitar el progreso continuo desde el nivel más bajo hacia el más alto, incluyendo en cada nivel superior los logros del anterior.
Dado que es mensurable, las mejorías son más visibles y, de algún modo, más fáciles de reportar.

Como un ejemplo de la aplicación de las calificaciones, tomaremos aquí el tema MANIPULACIÓN DE MATERIAL DE BIBLIOTECA
Se elige este tema, porque la manipulación cuidadosa del material de biblioteca es un elemento clave en el cuidado de las colecciones. Si, por ejemplo, un libro es sacado incorrectamente de la estantería, se daña.
Cualquier tipo de manipulación puede causar daño a los objetos, pero su mala manipulación los conducirá rápidamente a su inutilidad.


MANIPULACIÓN DE MATERIAL DE BIBLIOTECA
Se enumeran aquí las condiciones a alcanzar para calificar en cada uno de los tres niveles posibles.

Práctica Básica (requerimiento mínimo aceptable)
-instrucciones para la correcta manipulación y transporte del material, puestas a disposición de todo el personal.
-todo el personal nuevo recibe instrucciones para la correcta manipulación y transporte del material.
-el personal que trabaja en los depósitos ha recibido entrenamiento para la correcta manipulación y transporte del material de biblioteca, al menos una vez en los últimos cinco años.
-el personal se asegura que todo material que sale del edificio, está envuelto y protegido físicamente

Buena Práctica (nivel medio de requerimiento)
-todo el personal ha recibido entrenamiento para la correcta manipulación y transporte del material de biblioteca, al menos una vez en los últimos cinco años.
-el personal usa envoltorios protectores, tales como sobres o cajas, cuando mueve material de biblioteca dentro del edificio.
-el personal que se ocupa de manipular o transportar material de gran formato o materiales especiales, tales como pinturas enmarcadas o material fotográfico, ha recibido entrenamiento
-se hace circular información sobre el daño causado al material de biblioteca por el uso de productos comerciales modernos, tales como cintas adhesivas, banditas de goma y anotadores autoadhesivos del tipo post-it

Práctica Óptima
-el personal recibe regularmente entrenamiento para la correcta manipulación y transporte del material de biblioteca.
-se consulta a especialistas cuando se deben mover elementos grandes o inusuales



Recordemos que la manipulación de los libros es sólo uno de los elementos a considerar para el cuidado de la colección. Otros aspectos importantes de la política institucional en relación a la protección y cuidado de las colecciones son: edificio, seguridad, almacenamiento, entrenamiento, limpieza, preservación, monitoreo y control ambiental, exhibiciones y préstamos, conservación, provisión de copias y preparación para desastres.
Cada uno de estos aspectos deberá ser considerado y medido en niveles de alcance básico, medio u óptimo. Cada institución debe decidir (4)* en cuál de los tres niveles funcionará.

Luego (5)* veremos ejemplos sobre cómo llevar adelante la decisión que se tome.

Se ha dicho que mucho del daño que sufren los libros y el material de archivo, es causado por su mala manipulación. Es importante enfatizar la importancia de la correcta manipulación en bibliotecas y archivos, estimular la aplicación de estos métodos e instruir a los usuarios en el manejo y cuidado de manuscritos, documentos, impresos y libros.
Es importante que los lectores entiendan que ellos también tienen responsabilidad en el cuidado de la colección que usan.
El daño causado por la mala manipulación es acumulativo y no siempre es obvio para el lector.

Por esa razón, el cuidado de colecciones debería ser un elemento medular en la política de preservación de toda biblioteca y archivo
El cuidado en la manipulación reducirá la necesidad de costosos trabajos de conservación.
El propósito sería ir instalando una cultura generalizada del buen manejo, transmitiéndola a todos los usuarios.
Pensemos en el público ¿por qué el público manipularía bien los libros, si ve que el personal no lo hace?.


(1)* información sobre estos Centros en www.patrimoniohistorico.org.ar

(2)* Caroline Checkley-Scott es conservadora especializada en encuadernaciones antiguas, orientales y occidentales. Trabajó durante diez años en The British Library. Desde 1998 viaja regularmente a Sudamérica para participar en los programas de la Fundación Patrimonio Histórico.

(3)* Ambas son Conservadoras.
Helen Lindsay es especialista en material de bibliotecas y archivos. Trabaja en el London Metropolitan Archives.
Nancy Bell trabaja en el Oxford Conservation Consortium desde 1991 y es la actual bibliotecaria en el Instituto de Conservación del Papel (IPC) en Londres.

(4)*N del T: Cada institución debe tomar esta decisión en base a sus posibilidades y no a sus expectativas o aspiraciones. Es recomendable mantener un mismo nivel para todos los aspectos del cuidado de colecciones, para no privilegiar algunos y desatender otros.

(5)* Esta información será publicada en la Clave 4

Claves OAP - Clave 2: El Papel, sus cualidades esenciales.

Clave 2


“EL PAPEL: SUS CUALIDADES ESENCIALES”

En el siguiente texto se reproducen y comentan algunos párrafos traducidos del artículo “The unique qualities of paper as an artifact in conservation treatment”, escrito por Keiko Keyes (1*) y publicado en “The Paper Conservator”, vol 3, 1978 (2*)


Distintos papeles, expuestos a circunstancias similares, reaccionan de manera diferente. La variedad de sus comportamientos está determinada -en gran medida- por su materia prima y método de fabricación.
Los primeros papeles se hicieron en China, alrededor del año 105, utilizando fibras de celulosa aportadas por cáñamo, restos de trapos y cortezas de arbustos.
La fibra necesaria es siempre celulosa, aunque su fuente ha variado según la época y los países.
La celulosa se obtiene de los vegetales. En cada especie, las fibras presentan características particulares que permiten identificar su origen y confieren propiedades específicas a los papeles que producen.

Los mejores papeles -en cuanto a duración y resistencia- se hacen a partir de plantas con fibras largas y puras.
Las fibras del algodón se destacan entre otras porque son largas y -ya en su estado natural, sin demasiado tratamiento previo- son prácticamente sólo celulosa.
Los tallos del lino y del cáñamo son también fuentes de fibras largas, de celulosa muy pura. Algodón, lino y cáñamo fueron utilizados durante siglos para la producción de papeles. Ellos resultaron de excelente calidad y aún hoy se conservan.
La corteza interna de algunos arbustos orientales (por ejemplo kozo, mitsumata y gampi), se usan tradicionalmente en Japón para fabricar papeles delgados, translúcidos y de una resistencia superior a la de los papeles occidentales. Ellos se usan en restauración, en laboratorios de todo el mundo.

Desde mediados del siglo pasado, la mayoría de los papeles se fabrican con madera. Si ésta es desintegrada con métodos químicos, se obtiene celulosa muy pura y con ella papeles comparables a los de trapo. Si, por el contrario, la madera es procesada sin previa eliminación de la lignina que contiene, los papeles resultantes tienen poca expectativa de vida.

Dice Keiko Keyes: "es interesante observar que en Occidente usamos expresiones como: “fino como un papel”, “frágil como un papel” y lo tomamos como símbolo de fragilidad, no de permanencia. En Japón y China, por el contrario, el papel no es considerado frágil: sombrillas, puertas corredizas y también kimonos y otros objetos de uso diario, están hechos con papel". Ambas visiones son acertadas. Insistimos, "El papel puede ser muy durable si fué producido con materiales puros y mantenido bajo condiciones favorables. Podemos comprobarlo en los museos, al observar grabados europeos del siglo XV"...

Para identificar la causa del daño que sufre un papel, es imprescindible comprender las principales cualidades y características de este material.
Keyes describe la fabricación de una hoja de papel y a partir de allí explica sus principales características:
"...para hacer papel a mano, se macera en agua el material fibroso hasta que se separa en fibras individuales. Luego de maceradas, las fibras se mezclan con agua y se recogen con una especie de colador o filtro plano. Cuando el agua drena a través del filtro, en la superficie queda depositada una capa de fibras enredadas. Al secarse, este depósito de fibras enmarañadas, será una HOJA DE PAPEL.

Este entramado de fibras, como en un fieltro, es el primer atributo importante del papel.
Al fabricar la hoja, las fibras se entrecruzan y se conectan, fijándose en los puntos donde se tocan, dándole al papel fuerza y flexibilidad.
Pero las fibras no se adhieren entre sí con suficiente firmeza por el simple hecho de entramarse, sino porque al mezclarlas con agua se las golpea, aumentando la hidratación y consiguiendo un desfibrado que posibilita mayor superficie de contacto entre ellas. Sin este golpeteo en presencia de agua, los papeles producidos serían débiles y frágiles, porque carecerían de conexión fuerte entre fibras. Cuando más se golpean, más fuerte es la unión entre fibras y el papel resultante es suave, translúcido y estable cuando se lo expone a humedad".
Otra característica importante del papel, señala Keyes, es su capacidad de absorber "La celulosa tiene una afinidad natural con el agua, y todos los papeles son higroscópicos por naturaleza.
Una hoja de papel es una estructura porosa, constituida por fibras huecas, que generan agujeros y poros al cruzarse y ligarse entre sí. Siendo poroso, el papel puede absorber agua, con frecuencia mucha más que su propio peso. Algunos papeles son más absorbentes que otros.
Los papeles extremadamente absorbentes no son aptos para cierto tipo de escritura, dibujo o impresión, ya que la línea o imagen trazada, se corre. Se puede reducir el grado de absorbencia de un papel, si se lo encola. Tradicionalmente, se aplicaba gelatina, cola, almidón o goma a cada hoja. En los papeles modernos se han usado encolantes como el fatal alumbre-colofonia, muy tristemente célebre entre los conservadores por los daños que causa al papel".

Con lo dicho hasta aquí, se hace evidente que las características de un papel no sólo dependen de qué tipo de fibras se utilizaron en su fabricación, sino también del tratamiento que éstas recibieron y de qué ingredientes (cargas y encolantes) se agregaron a la mezcla de agua y fibras.
Las cargas ayudan a lograr el tipo de papel requerido, modificando su opacidad, color y grado de acidez.
Los encolantes permiten controlar el grado de absorción que tendrá la hoja terminada. Sin ellos, el papel es absorbente como un secante.
Como dijimos, el tipo de encolantes y cargas que se agrega a las fibras, modifica esencialmente las características del papel. Si se usan encolantes neutros y cargas alcalinas (por ejemplo, carbonato de calcio) el papel tendrá mayor resistencia al daño que producen la luz intensa y el aire contaminado.
Durante los últimos ciento cincuenta años, se utilizó un encolante llamado alumbre-colofonia que, aplicado a fibras de madera no tratadas con procesos químicos, da como resultando papeles que se tornan amarillentos y quebradizos en poco tiempo. Por esta razón, si observamos papeles de diferentes épocas, notaremos que los del siglo XIX están -en general- peor conservados que los producidos en siglos anteriores.
Si no se utilizan encolantes neutros, aún las fibras de mejor calidad sufren deterioro.
Estas consideraciones son importantes para los artistas que buscan soportes duraderos sobre los cuales producir sus obras, para los responsables de generar documentos que deban conservarse y para todos los involucrados en tareas en las que se requiera un papel de larga vida, de los denominados "permanentes".


En su artículo, Keyes menciona una tercera propiedad del papel: su flexibilidad o capacidad de “ceder”.
"Esa plancha de fibras enredadas que es la hoja de papel, no es rígida. Se la puede curvar -con frecuencia hasta un extremo sorprendente- antes que las fibras del papel se quiebren y se rompan (como en un plegado), o se separen entre sí (como en un desgarro).
"Ceder" es una palabra que elegí para referirme a un aspecto de la flexibilidad del papel: la cualidad de compresión que le permite tomar y retener la forma de un objeto con que se lo presione, como por ejemplo: la punta de un lápiz o el borde de una plancha de grabado o las líneas de un bloque de madera. Esta cualidad de ceder -o comprimirse- es favorecida por la presencia de humedad.

Me gustaría comentar otras peculiaridades del papel, derivadas de las cualidades (entramarse, absorber y ceder) que acabo de describir.

Debido a la última de las cualidades descriptas, las hojas tienen diferentes texturas en su superficie. Algunas son suaves como la seda y otras muestran una textura robusta, con líneas bien espaciadas y superficie rústica.
Esto depende de cuán texturada sea la superficie del molde usado para su fabricación y del posterior proceso de secado y prensado.

Las cargas y recubrimientos -como la arcilla- que se agregan con frecuencia al papel para sellar los poros entre las fibras, cumplen un rol similar al de los “fondos” en la pintura al óleo: aumentan la lisura del papel y su receptividad a la tinta y alteran la reflectancia de su superficie.

Debido a su capacidad para absorber, las fibras papeleras aceptan con facilidad anilinas y pigmentos y el papel puede hacerse en varios tonos y colores. Pero para obtener papeles más blancos partiendo de fibras oscuras y también para eliminar las impurezas, los papeleros -tradicionalmente- han blanqueado las fibras antes de formar las hojas.
Los antiguos métodos de blanqueado -con luz solar, cenizas o leche agria- eran relativamente suaves y no dañinos para las fibras y producían un papel fuerte con un cálido tono blanquecino. En los papeles actuales, las fibras se blanquean con productos químicos y resultan de un blanco deslumbrante. Para aplacarlo, los fabricantes usan colorantes. No parece necesario aclarar que las fibras, de por sí cortas y débiles -sobre todo en papeles modernos como los hechos con madera- se debilitan aún más por la fuerte acción química de los blanqueadores y sus residuos.

Las hojas de papel varían en peso, o sea en espesor y densidad. Dado que las fibras se entraman muy regular y eficientemente, es posible hacer hojas de papel extremadamente finas. El único límite real para el espesor de una hoja, está dado por la profundidad del molde que se utiliza.
Las hojas húmedas también pueden superponerse, para hacerlas adherir unas a otras formando un laminado, como es el caso del cartón.

La orientación predominante de las fibras en una hoja, determina la fuerza y estabilidad de ésta. Cuando el papel se hace a mano, el fabricante agita el molde en todas las direcciones, produciendo que las fibras se crucen y liguen uniformemente en todas las direcciones. Cuando el papel se hace a máquina, las fibras -transportadas a gran velocidad sobre una malla- se alinean paralelas a la dirección en que ésta corre.
Los papeles hechos a máquina muestran un grano característico en la dirección en que fueron arrastrados por la malla. Se desgarran con más facilidad a lo largo de la línea del grano y, cuando se humedecen, se expanden y arrugan en la dimensión perpendicular al grano.

El papel se expande cuando está húmedo y se contrae cuando está seco. Debido a su capacidad de absorber (naturaleza higroscópica) el papel es dimensionalmente inestable cuando se lo expone a niveles variables de humedad. Cuando cambia el contenido de humedad de un papel, éste se puede expandir y contraer drásticamente; o poco, imperceptible y uniformemente, dependiendo de la longitud de las fibras, su orientación, grado de hidratación, y el espesor o densidad de la hoja. Esta inestabilidad dimensional es tema de gran importancia para el mundo de la Conservación del Papel.

Una peculiaridad del papel, derivada también de la naturaleza de la celulosa, es su tendencia a degradarse, deshacerse o volverse quebradizo cuando se lo expone a temperatura alta, sequedad, Humedad Relativa alta que estimula el ataque de hongos, luz y ciertos químicos ambientales.

Este último punto nos lleva a lo que constituye el campo de trabajo de los conservadores de papel: una serie de dificultades y problemas a los que el papel es susceptible debido a sus cualidades únicas y a su propia naturaleza".

Keyes plantea que si bien el papel producido con materiales puros y mantenido bajo condiciones favorables puede ser muy durable, todo papel es estructuralmente débil comparado con otros materiales como pergamino, madera, piedra o acero. A diferencia de aquéllos, al papel se lo puede rasgar, quebrar, quemar, cortar o aplastar fácilmente, y destruírlo por completo.

"Dado que el papel es absorbente, si sobre un dibujo volcamos una taza de café, éste será absorbido de inmediato, manchando el papel. Si el mismo accidente ocurriera sobre la superficie barnizada de una pintura al óleo, se podría quitar el café sin dejar mayores rastros en la pintura.

La celulosa también tiene la desgraciada propiedad de ser digerible. Sería raro que una vaca o una cabra entraran a una biblioteca, pero son muchos los insectos y hongos que encuentran en el papel algunos de sus alimentos favoritos, como por ejemplo la gelatina y el almidón usados como encolantes.

La tendencia de la celulosa a ponerse quebradiza cuando envejece, es otro de los problemas serios que sufre el papel. Su envejecimiento prematuro es causado por ácidos que lo atacan desde muchas fuentes: gases en el aire de las ciudades, emanados de los autos y las industrias; gases desprendidos de la madera de una caja en la que se lo guarda; impurezas en la composición de un cartón sobre el que está enmarcado.
Los ácidos también pueden desarrollarse en el propio papel, a partir del alumbre usado para encolarlo; de la lignina no extraída de entre sus fibras; de los residuos de los químicos con que se lo blanqueó; o de otras impurezas.
También son altamente acídicas las tintas metalogálicas.
Todas las fuentes mencionadas provocan la decoloración, fragilización y eventual desintegración del papel.

El interés en el arte y las antigüedades ha aumentado muchísimo en nuestra época, y en consecuencia ha aumentado la cantidad de objetos en papel que se han puesto en exhibición en las paredes y vitrinas de museos y de casas particulares.
En ese estado de exhibición, el papel está a merced de la luz, de las fluctuaciones de humedad y temperatura, y del aire contaminado.
Estos elementos causan un considerable daño directo y además actúan como catalizadores, acelerando reacciones que podrían haber quedado latentes. Al activarlas, el papel queda bajo su influencia y se deteriora mucho más rápidamente.

Los metales se oxidan y se deshacen.
La madera se tuerce, se parte y los insectos pueden convertirla en un encaje.
Pero el papel, es vulnerable al daño desde todos los frentes. Como un niño sensible con la salud delicada, el papel es más susceptible, tiene menos recursos para obtener ayuda y menos chances de sobrevivir a sus muchos y variados daños, que otros materiales más robustos".



(1*)
Keiko Mizushima Keyes estudió Conservación de Papel con Iwataro Oka en Kyoto. Se dedicó -en California- a la conservación de impresos y dibujos, tanto para particulares como en Museos y trabajó como profesora en Nueva York.

(2*)
“The Paper Conservator” es una publicación del Instituto de Conservación del Papel (IPC: The Institute of Paper Conservation) de Londres, que es enviada anualmente a sus miembros.

(3*)
Breve Bibliografía sobre diversos aspectos del papel:
-Crivelli, Ricardo: "Notas Sobre Papel Hecho a Mano". (Grabart, Bs As, 1994)
-Turner, Silvie: "Which Paper?". (Design Books, England, 1994)
-Vance, Studley: "Handmade Paper". (Dover Craft Books, USA, 1990)
-ICCROM: “Japanese Paper Conservation Course”. (Iccrom, Roma, 1994)
-Hunter, Dard: "Papermaking". (Dover Publications, USA, 1943)
-Barret, T: “Japanese Papermaking”. (Weatherhill, NY, 1983)
-Institute of Paper Conservation, “The Paper Conservator” (IPC, London, 1977-2001)

Claves OAP

Clave 1

“CONSERVACIÓN PREVENTIVA EN BIBLIOTECAS Y ARCHIVOS”

Este texto es parte de la Conferencia de la Conservadora Deborah Novotny(*1) durante el “Curso de Especialización en Conservación Preventiva del Patrimonio Bibliográfico y Documental”, organizado por la Fundación Patrimonio Histórico en Rosario del 26 al 28 de Octubre de 2000.


Las colecciones tradicionales de Biblioteca están constituidas por un amplio espectro de materiales orgánicos: papel, tela, pieles de animales y adhesivos, entre otros. Esas sustancias orgánicas atraviesan un proceso de envejecimiento natural e inevitable (más o menos como nosotros!!!)
Si bien es imposible evitar este proceso, podemos hacerlo más lento y reducir el riesgo de destrucción. Para lograrlo, se deben tomar medidas tales como la manipulación cuidadosa y la provisión de un ambiente adecuado.
Los Programas de Preservación se aplican en bibliotecas y archivos para minimizar el daño al que están expuestas las colecciones.

Las principales amenazas para el material de bibliotecas y archivos, pueden describirse en cuatro grupos:
.1. La naturaleza del material
.2. El ambiente en el que se guardan las colecciones
.3. El modo en que el material de biblioteca es manipulado
.4. Desastres naturales y causados por el hombre


. 1 . La naturaleza del material

La estabilidad química y física del material de biblioteca depende, en gran medida, de la calidad y el procesamiento que recibieron las material primas usadas en su manufactura.
A través de los siglos, las presiones de la producción en masa han reducido la calidad de muchos de los materiales que ingresan a nuestras bibliotecas.
Por ejemplo, casi todo el papel producido después de 1850 es muy ácido, razón por la cual se está poniendo quebradizo y se autodestruirá con el tiempo.
Por otra parte, los soportes modernos -microformas, discos ópticos y magnéticos, fotografías y los medios audiovisuales- también tienen problemas endógenos de preservación y necesitan ser almacenados y utilizados con cuidado si no queremos que desaparezcan prematuramente.

Para poder cuidar sus fondos, una biblioteca debe realizar un honesto relevamiento del estado físico de su edificio y de todas sus colecciones, y considerar, con mucha seriedad, todos los requisitos necesarios para su preservación.
No es posible cuidar las colecciones si no se formula una política de preservación. Sobretodo con un presupuesto limitado y con recursos limitados, es importante que las decisiones se tomen sobre una base clara y racional, en la que se contemple incluso la política de adquisición.

Se deben considerar los siguientes puntos:
.En qué condición están las colecciones?
.Qué colecciones están especialmente en mal estado?
.Cuáles son las colecciones más valiosas / importantes?
.Qué colecciones están en mayor riesgo?
.Con qué velocidad están creciendo las colecciones?
.Qué rumbo tomarán las adquisiciones?
.Hay espacio disponible o asignado para colecciones futuras o en expansión?


. 2 . El ambiente en que se guardan las colecciones

En las páginas siguientes, voy a concentrarme en la importancia del ambiente, de su monitoreo y de las condiciones de almacenamiento.
Obviamente no es sensato -inclusive desde el punto de vista económico- restaurar una pieza de una colección, si esa pieza regresará luego a condiciones de almacenamiento malas o inadecuadas.
Si hay fondos disponibles, aunque sean limitados, lo prioritario debe ser asegurar un ambiente marcadamente estable.
En el Reino Unido, se trabaja bajo la norma BS 5454 (2*), que ha sido revisada y reformulada en el año 2000.

Sus recomendaciones se refieren a los siguientes temas:
-Ubicación del edificio
-Construcción y protección del edificio
-Precauciones contra fuego
-Ambiente para almacenamiento de papel y pergamino
-Iluminación
-Equipamiento para almacenamiento y producción
-Embalaje para almacenamiento, medios modernos, otros materiales y exhibiciones.

Como ejemplo de los contenidos de esa norma, transcribo aquí las condiciones aceptables para el almacenamiento de papel y pergamino, enumeradas en la sección 7, que comienza:
“un ambiente inadecuado daña los documentos más que ningún otro factor.
La humedad y la mala ventilación pueden estimular el crecimiento de hongos.
Las atmósferas muy secas causan la disminución del contenido de humedad en documentos y su papel se vuelve quebradizo.
El papel también puede volverse quebradizo por la hidrólisis de su celulosa, causada por la acidez.
La temperatura alta acelera tales cambios químicos.
La Humedad relativa alta también aumenta la tasa de deterioro.
Las atmósferas con polución también pueden contribuir a la degradación ácida”

Las recomendaciones sugieren
-una temperatura estable entre 16º C y 18º C con una tolerancia de + - 1º C
-Humedad Relativa estable entre 45% y 60% con un a tolerancia de + - 5%
En la British Library hemos usado varios métodos para monitorear la Humedad Relativa y la temperatura. Uno de los más usados, previo a los avances tecnológicos, fue el termohigrógrafo. Otro, muy útil dentro de vitrinas, es el higrómetro de cabello. En la actualidad, usamos data-loggers.
Para asegurar la conservación de los fondos de bibliotecas y archivos, es necesario
monitorear allí, cuidadosamente, las fluctuaciones de la temperatura y la Humedad Relativa.
Esas fluctuaciones causan aún más daño que las temperaturas y humedades altas.

En zonas húmedas, donde la Humedad Relativa no baja de 65% en todo el año (y es aún más alta por largos períodos), es poco realista esperar un nivel muy por debajo de 65%, a menos que la institución tenga aire acondicionado día y noche todo el año (a muy alto costo)
Sin aire acondicionado, en estas regiones es imperioso tener buena circulación de aire, para evitar la proliferación de hongos.

Se pueden tomar medidas simples -pero efectivas- para prolongar la vida de las colecciones. Por ejemplo, no ubicar estantes sobre calefactores.
Rutinariamente, debe hacerse mantenimiento en los depósitos de la colección -limpiando los estantes, quitando el polvo. Los entornos limpios desalientan a los hongos, insectos y plagas. En las instituciones que realizan estas prácticas se ha demostrado que un programa de limpieza -normal, pero sostenido- posibilita la detección precoz -y a tiempo- de todo tipo de daño biológico o químico.

Aquí, una breve mención a los efectos devastadores de la luz:
La luz es energía y energía es lo que se requiere para que se produzcan reacciones químicas. Todas las longitudes de onda -visible, infrarroja y ultravioleta (UV)- promueven la descomposición química de los materiales orgánicos por oxidación.
La radiación UV -la de más alta energía- es la más dañina, especialmente en presencia de polución atmosférica. Debilita y vuelve quebradizos a los materiales compuestos de celulosa, a los adhesivos, los textiles y las pieles.
La luz causa decoloración en algunos papeles y oscurecimiento o amarillamiento en otros.
También puede causar cambio de color en tinturas y medios, alterando la legibilidad y apariencia de documentos, fotografías, obras de arte y encuadernaciones.
El daño causado por la luz es irreversible.

En este punto quiero mencionar también a los contaminantes que, desde las más diversas fuentes, afectan a las colecciones compuestas por materiales orgánicos.
Una de esas fuentes de daño son los materiales inadecuados usados en el edificio o las estanterías. Por ejemplo, los gases desprendidos de estanterías de roble (madera muy resinosa) causan la desintegración de los sellos de plomo, que a veces forman parte de los documentos antiguos.
Reitero que éste es sólo un aspecto de la contaminación en bibliotecas y archivos.

Si podemos lograr un ambiente estable y seguro, el siguiente gran desafío será promover una cultura del cuidado en toda la biblioteca, es decir, cultivar una cultura en la que todos y cada uno sea responsable.
Las medidas de preservación tienen que ser respaldadas, sostenidas y estimuladas en todos los niveles del personal, desde el más alto al más bajo...

Conservación Preventiva en Bibliotecas, Archivos y Museos

Segundo Simposio Electrónico Internacional
Conservación Preventiva en Bibliotecas, Archivos y Museos
ABRIR EL CAMINO A LA CONSERVACIÓN PREVENTIVA

24 de marzo al 15 de abril de 2005

El conservador latinoamericano ante la redefinición de su formación
y de su relación con las instituciones y con la comunidad.

ORGANIZACION CONJUNTA DE
FUNDACION PATRIMONIO HISTORICO
SOCIEDAD ARGENTINA DE INFORMACION

El rol del conservador ha cambiado y se ha ampliado muchísimo en las últimas décadas. Sus actividades -que por siglos se limitaron a la restauración de objetos-- se enmarcan ahora tanto en la conservación curativa como en la preventiva, con responsabilidad en complejos proyectos para la conservación de toda la producción artística y científica y todos los testimonios de las diversas culturas presentes y pasadas.

¿Están preparados y decididos los profesionales latinoamericanos, las instituciones en que ellos trabajan y la comunidad beneficiaria de su labor como para conseguir y administrar los conocimientos, recursos y apoyo necesarios para desarrollar este tipo de proyectos?


Conservación Preventiva en Bibliotecas, Archivos y Museos

La conservación preventiva: un cambio profundo de mentalidad

La conservación preventiva: un cambio profundo de mentalidad
Gaël de Guichen

Conservación, restauración, preservación. Para algunos, palabras utilizadas indistintamente y para otros al contrario, con significados bien específicos.

De hecho, es curioso ver que la profesión jamás ha definido estos términos, cosa que por su parte, tampoco hizo la mayoría de los organismos nacionales o internacionales.
Como ejemplo es suficiente tomar al ICCROM (Centro internacional de estudios para la conservación y la restauración de los bienes culturales) cuyo nombre indica claramente dos orientaciones diferentes: la conservación y la restauración.
El Consejo Internacional de Museos -ICOM- por su parte, tiene un Comité internacional de Conservación ¿pero quién se ocupa entonces de restauración?
A nivel nacional, y para no citar más que dos países: Italia tiene un Instituto Central de Restauración. ¿Eso quiere decir que en Italia no existe la conservación? mientras que Canadá, tiene un Instituto Canadiense de Conservación, lo que daría a entender que allí la restauración no tiene lugar.

La conservación preventiva se implanta
No es mi intención entrar en un debate terminológico dado que, para complicar la situación, una nueva expresión es frecuentemente utilizada: la “conservación preventiva”. ¿Es ella un escape hacia adelante, un truco de prestidigitador, un nuevo chiche de moda, o un concepto importante que nos va a obligar a modificar nuestros hábitos, nuestro modo de trabajo y que, por eso, deberá ser introducido en los cursos de formación de toda persona que se proponga trabajar en un museo?

De hecho, el concepto no es verdaderamente nuevo. Estuvo en el aire durante largo tiempo, muy largo tiempo. Ya en el siglo XIX, Adolphe Napoléon Didron escribía: “Conservar lo más posible, reparar lo menos posible, no restaurar a ningún precio”, dejando entender que se debería intervenir lo menos posible sobre el objeto para asegurar la autenticidad de su mensaje.

En el curso de ese siglo, con la apertura de numerosos museos, el desarrollo de las colecciones existentes y la creación de nuevas colecciones, la masa de los objetos sobre los que “habría que intervenir” aumentó tanto que el restaurador clásico fue rápidamente desbordado por la amplitud de la tarea, cuando no estaba únicamente absorbido en la preparación de los objetos seleccionados -¿deberíamos envidiarlos o tenerles lástima?- para una exposición temporaria o partiendo para una exposición itinerante. Lo que es cierto es que en un número muy importante de establecimientos, una masa de objetos se encontró acumulada, sin inventariar, abandonada en locales con frecuencia malsanos y, a medida que pasaba el tiempo, esas colecciones sufrieron daños irreversibles.

En los años 1970, Garry Thomson, en vista de los problemas creados por la instalación tan sistemática de la climatización en las galerías de pintura, demostró la importancia del control del clima en torno de las colecciones. Lo mismo hizo con la luz. De esta época data el dicho:
“un mal restaurador puede destruir un objeto por mes, pero un mal conservador puede destruir una colección entera en un año”

Ante la amplitud de las destrucciones constatadas y documentadas, el ICCROM lanzó un curso de reciclaje de tres semanas sobre la conservación preventiva, y Museum publicó un número especial titulado “La conservación, un desafío a la profesión” (Vol. XXXIV Nº 1, 1982)
La idea de que habría que cambiar de actitud si se quería asegurar un futuro a las colecciones, fue ganando terreno lentamente, pero faltaban una reflexión organizada y una puesta en práctica.
Es pues reconfortante constatar, que desde hace tres años han aparecido signos muy alentadores.

Primer signo:
Un reconocimiento de la disciplina “conservación preventiva” con la realización de dos congresos: uno organizado en la UNESCO por la ARAAFU (Asociación de Restauradores de Arte y de Arqueología de Formación Universitaria) del 8 al 10 de Octubre de 1992, y el otro en Ottawa por el IIC (Instituto Internacional para la Conservación de las Obras Artísticas e Históricas) del 12 al 16 de Septiembre de 1994. De esta manera el mundo francófono y el mundo angloparlante, deseosos de saber más, pueden remitirse a las 88 comunicaciones que ilustran los conocimientos y las orientaciones vigentes en este campo.

Segundo signo:
El lanzamiento en 1991, en Holanda, del programa nacional de salvaguarda de las colecciones, con el Plan Delta, que iba a servir de modelo a numerosos países.
Tercer signo:
El lanzamiento de un programa de Prevención en los Museos Africanos –PREMA-, que se aplica a 32 países y se hará en 14 años.
Cuarto signo:
La creación, en 1994, de un diploma de estudios especializados en conservación preventiva, en la Universidad de París I donde, por un año, son aceptados conservadores, arquitectos, restauradores, ingenieros, que van a especializarse en la disciplina.
Otros signos deberían ser mencionados en el ámbito local, por ejemplo, la creación de un cargo “conservación preventiva” en los grandes museos e institutos.
¿Cómo definir hoy la conservación preventiva?
Sin duda alguna, y sin estar definida, la conservación preventiva se ha instalado en los museos. Es urgente delimitarla y definir su objetivo.
Por mi parte, yo diría que la conservación preventiva es “el conjunto de las acciones destinadas a asegurar la salvaguarda (o a aumentar la esperanza de vida) de una colección o de un objeto”
Algunas de esas acciones serán directas, otras indirectas. Algunas serán muy generales (adopción de una ley), otras muy específicas (control de la luz). Ciertas acciones, finalmente, serán tarea del administrador (provisión de los fondos necesarios, definición de un cargo de conservación preventiva), del arquitecto (elección del tipo de materiales para el edificio), del conservador (implementación de un plan de conservación preventiva global, de un inventario, rechazo o aceptación de préstamos de objetos sensibles), del restaurador (encuesta de conservación) y también de los educadores (sensibilización del público a los problemas de la salvaguarda de las obras). De hecho, todo el personal de un museo tiene, cualquiera sea su cargo, responsabilidades de conservación preventiva.

La conservación preventiva parte de la constatación que todo objeto puede desaparecer en cualquier momento y que con él desaparece un mensaje que el personal de museos tiene la responsabilidad de transmitir (y dicho sea de paso ¡se le paga para hacerlo!).

La conservación preventiva requiere un cambio profundo de mentalidad:
Quien ayer pensaba objetos, hoy debe pensar colecciones.
Quien pensaba salas, debe pensar edificios.
Quien pensaba semanas, debe pensar años.
Quien pensaba personas, debe pensar equipos.
Quien pensaba gasto a corto plazo, debe pensar inversión a largo plazo.
Quien pensaba estrecho, debe pensar amplio.
Quien pensaba en el día a día, debe pensar en programa y prioridades

La conservación preventiva consiste en tomar un seguro de vida para el futuro de las colecciones.
Sólo las especies desarrolladas se aseguran sus bienes para el porvenir.
Ya es tiempo que en los museos nos comportemos como tales.